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domingo, 29 de abril de 2018

Emprender ya aburre y el emprendedor cae pesado (5 argumentos)


1- Ahora cualquier cosa es emprender, cualquiera es emprendedor

El emprendimiento se ha vuelto una moda. Y aunque muchos piensen que esto es una barrabasada, sé que pronto llegará el día donde el pack completo será ser feminista, homosexual, vegano y emprendedor. Sacas tu línea de polos estampados por Facebook:"oh, ya soy todo un emprendedor"; abres tu blog con anuncios de adsense (cof cof) "estoy emprendiendo digitalmente"; vendes tus pulseras con diseños autóctonos por mercado libre: "oh, ya soy un emprendedor artesanal". Y así la palabra se ha prostituido...

... ah, no olvidemos el famosísimo "¿Quieres la libertad financiera?, ¿qué si te digo que conozco un modelo de negocio donde puedes ganar hasta X cantidad en tus horas libres?" (vendedor de Herbalife, Fuxion, Zrii y similares). 

2- El emprendimiento se ha vuelto una secta con aires de superioridad

De seguro, en más de una ocasión habrás escuchado cosas como:

_ Deja de quejarte, si no te gusta tu trabajo, haz empresa o simplemente cállate. 
_ Los que no emprenden son los que siempre se quieren quedar de empleaduchos.
_ Yo emprendo porque no soy como esos mediocres que se quedan de 8 a 5 en una oficina.
_ Trabaja por tus sueños u otro te contratará para que trabajes en los suyos.
_ Etc.

Todas estas afirmaciones tienen su correspondiente carga de ego y desprecio hacia el empleado común y corriente, el cual mueve la economía del país y del cual dependen todos esos arrogantes esnobistas que, por ser emprendedores, se sienten en otro plano o dimensión. ¿Qué sería de esas sabandijas sin esos "mediocres" de los que tanto hablan?, ¿sin ellos estas ratas podría emprender?; ¿y qué de esos desgraciados que necesitan sí o sí el poco dinero que hacen en doce horas diarias para no quedarse sin comida o en la calle?, ¿cómo esperan que emprendan? Humanidad les falta, caraduras. 


3- Se dan la licencia para explotar a sus empleados bajo el cuento barato del emprendedurismo

El 95% de los empresarios son explotadores por naturaleza; pero los emprendedores pueden serlo recurriendo a excusas y manipulaciones diversas a causa de su situación como tales. En su ánimo de "contagiar" su emprendedurismo en el resto de sus "colaboradores", les exhortan no trabajar solo por el dinero, lo que significa que les saca en cara que él trabaja hasta 14 horas diarias para sacar a flote su negocio, y que por lo tanto, ellos deberían ser más empáticos y unirse a él en dicha lucha (trabajar varias horas extras y feriados) hasta que las cosas mejoren para todos. Y claro, cuando mejoren, él tranquilamente podrá renovar personal para no aumentar sueldos.

4- El emprendimiento a menudo vende fantasías como miel para las moscas 

A menudo, el emprendedor dice que no trabaja solo por el dinero; pero, contradictoriamente, busca sin descanso el santo grial para hacerse millonario, y por ello adquiere libros de gente que se hizo rica diciéndolo a otros cómo hacerse ricos, como los libros de Robert Kiyosaki. También anda compartiendo en sus redes sociales frases de emprendedores famosos, bajo el sueño húmedo de que algún día otro compartirá las suyas. 

Lo que la criatura no sabe es que en dos años seguirá igual o habrá mejorado un poco, mientras ese youtuber de 20 años de edad habrá triplicado sus ganancias haciendo chorradas todos los días (y sin pensar en dinero ni fantasías asociadas).

5- El emprendedor siente una obsesión casi gay por Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Jack Ma y otros

Mucha gente está hasta el gorro de ver la cara del odioso de Steve Jobs por todo Facebook y Twitter. Ni qué decir de Zuckerberg, que cae más que pesado desde la polémica de Cambridge Analytica. Tampoco olvidemos a Jack Ma, que aunque luce completamente amable y da ganas de sentarse a conversar con él, también viene siendo prostituido por ciertas personas con una obsesión que roza con la homosexualidad. 

Por culpa de estos sectarios, los personajes exitosos anteriormente mencionados se hacen irritables, de forma similar a como el filósofo Slavoj Zizek cae gordo por culpa de otro grupito de esnobistas.