1- Los gatos siempre caen de pie
Creencias o refranes como que los gatos tienen ocho vidas nacen de su alta capacidad de supervivencia y astucia. En parte eso se debe a su habilidad para sortear grandes alturas o zonas dificultosas. En más de una ocasión hemos visto que desde el suelo pueden ir hasta un segundo piso o caer sobre sus patas cuando una acrobacia les sale mal. Eso nos hace pensar que siempre caen de pie.
Sin embargo, esto no siempre es así porque depende de si la altura de caída le da tiempo para posicionar su cuerpo o no. Además, caer de pie no garantiza evitar daños internos en el momento o de forma progresiva en el futuro.
Al ser más desapegados y egoístas se cree erróneamente que son indomables. Pero en realidad sí pueden ser tan entrenados como un perro si se les presta la dedicación necesaria. No obstante, para habilidades como cazar puede ser un despropósito, ya que es algo que conocen de forma innata y un adiestramiento puede alterar su programa biológico al respecto, lo que sería paradójico.
Lo que sí es cierto es que entrenarlos resulta mucho más trabajoso y a menudo sentiremos que estamos tratando con un psicópata, pues el gato solo responde a recompensas muy directa como comida. Su atención se basa solo en beneficios que puedas darle porque sino se aburre con facilidad y se va.
Esto se cree de forma absoluta por el miedo a que el gato le transmita toxoplasmosis a la gestante. Lo que no todos saben es que esta enfermedad parasitaria está muy poco presente en gatos caseros y bien alimentados.
No lo es. Es un despropósito considerarlo así. Tiene sentido clasificar a ciertas personas como traicioneras porque el ser humano es de una naturaleza social. Sin embargo, el gato es una especie solitaria, no se le puede hacer el mismo juicio de valor. Esto ocurre porque constantemente lo comparamos con el perro, un animal que por naturaleza tiende a formar más apegos con su entorno.
5- Es inofensivo que los gatos vomiten bolas de pelo
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Los gatos inevitablemente tragan pelo tras acicalarse, pero que ocurra con frecuencia excesiva no es saludable porque los puede llevar a vómitos. En estos casos se requiere la asistencia de un veterinario, porque tanto pelo en su interior puede llevar a serios problemas intestinales.
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