Hace milenios los tatuajes eran parte de la vida cotidiana de numerosas civilizaciones alrededor del mundo. Eran un distintivo geográfico, etáreo, civil, jerárquico, entre otras consideraciones según la cosmovisión y características de cada cultura. No obstante, esa costumbre terminó por casi desaparecer en la mayoría de pueblos civilizados a causa de la expansión de la cultura occidental.
Desde aquel momento disruptivo, los tatuajes quedaron relegados a la gente marginal (prostitutas, delincuentes, etc). Esto se mantuvo así incluso durante el siglo XX; sin embargo, más o menos a partir de la mitad de ese periodo, dicha práctica comenzó a propagarse entre los adolescentes y jóvenes como una clara muestra de rebeldía, transgresión, "propaganda" antisistema, etc.
El tatuaje, como símbolo de rebeldía, duró aproximadamente medio siglo. Posteriormente, a principios del siglo XXI, se fue normalizando sin que casi nadie se diese cuenta. Hoy, en pleno 2018, tatuarse ya no es jerárquico ni rebelde, sino que es una banalidad de la que no todos se han percatado. Ahora cualquier panoli se tatúa apenas termina el colegio o ingresa a la universidad. Hasta en las iglesias puedes ver gente con un tatuaje bajo la manga.
Tatuarse, hoy en día, ya no significa absolutamente nada, solo monería, borreguismo o como sea que en tu país se le llame a quien sigue la corriente porque sí. Por ende, podemos decir que el nuevo muchacho rebelde es quien opta por no hacerlo. El rebelde del siglo XXI comprende -sin mucho esfuerzo- que sus amigos se tatúan por la misma razón que en la pubertad lloraban por los juguetes de Pokemon o Beyblade.
Piénsalo: el tatuaje es parte del sistema, los ves alegremente en Instagram, Facebook, anuncios en centros comerciales, etc. Dentro de algunos años serán tan cansinos y conservadores como ver imágenes de Jesús o la Virgen María en la puerta de tu abuelita.
2- Siendo indiferente al sexo casual y promiscuidad en general
Dentro de la historia moderna, la vida sexual promiscua (y su relación con lo que se entiende por "una juventud bien vivida") tiene pocas décadas de popularidad. En términos históricos, cincuenta o sesenta años no son nada. Sin embargo, a pesar de tratarse de una conducta reciente, follarse a medio se ha vuelto una regla bien consolidada -casi fascista- para toda persona entre los 18 y 30 años.
Para el nuevo establishment, si follas poco o nada, ya sea porque careces de dones de seductor, porque eres flojo para ligar, porque eres religioso, o lo que sea, eres un fracasado que desperdicia o ha desperdiciado su juventud. De ahí parte que te veas obligado a inventarte orgías que nunca tuviste, "amores" que no pasaron de ir a comer helados en la esquina, y relaciones sexuales en lugares públicos que en realidad fueron roces accidentales dentro del ómnibus.
Vamos, que ser un pichabrava o una ninfómana es la norma hoy en día, una norma que todos quieren cumplir pero que no todos pueden ¿Vas a permitir que el sistema actual defina tu felicidad y el rumbo de tu juventud por si coges y cuánto? ¿Quieres ser parte de esos borregos que se inventan sexo loco cada sábado en el bar?
3- Dejar de ser un atheus
Poner a parir a dios es otra expresión del sistema imperante. Está bien que no seas creyente, que la idea de dios te parezca irracional o incluso absurda. Sin embargo, hacer proselitismo ateo diariamente te pone al mismo nivel de esas tías que agregan a sus sobrinos al Facebook para etiquetarlos en imágenes cristianas con melosos mensajes positivos. Cansan, dan tirria.
El nuevo joven rebelde ha entendido que hablar puras pestes de la Iglesia (y ensalzar al islam en nombre de la tolerancia, qué paradójico) es tan absurdo como darle gracias a dios hasta porque no se atoró el baño esta mañana. Este muchacho incluso va más allá: le encuentra aspectos positivos al pensamiento religioso; logra reconocer públicamente su importante rol en el desarrollo de la civilización occidental; y no teme burlarse de los "sacerdotes" ateos que la ridiculizan sin mayor fundamento.
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4- Ser antiprogre (critica al feminismo, islamismo, LGBT, etc)
4- Ser antiprogre (critica al feminismo, islamismo, LGBT, etc)
"En los días que corren, el antiprogresismo es el nuevo punk", fueron palabras del mismo Johnny Rotten, vocalista de Sex Pistols. Muchos dicen que el punk y su ideología han muerto; bueno, pues eso no es del todo cierto. En realidad, podemos decir que los motivos de protesta son otros: si antes se protestaba frente la cucufatería, hoy hay que protestar frente al libertinaje inconscuente; si antes había que quejarse ante la intolerancia, hoy es oportuno exponer los estragos de la tolerancia excesiva y las empanadas mentales que pregona la misma, como ser feminista musulmana y gay pro-islam, por citar simples ejemplos.
5- Renunciar al postureo y la felicidad barata en general
Vivimos en la dictadura de la felicidad y de los pensamientos positivos, el cual tiene como mandado dividir a la gente en personas de "buena vibra" y personas "tóxicas". Si estás pasando por una mala racha o tu realidad - por factores que no dependen de ti- es una basura, estás obligado a ser un ejemplo de coraje y de sonrisas imborrables, porque de lo contrario eres un resentido, fracasado y débil.
Esta cultura de la felicidad forzada te obliga a perseguir la felicidad y exhibirla ante todo el mundo, ya sea real o un mero disfraz. ¿Quieres saber algo? las estadísticas arrojan que la gente de hoy es más infeliz y el consumo de antidepresivos se ha disparado ¿contradicción? Para nada, sucede que mucho se habla de lo que no se tiene.
El filósofo Torbe resume esto de la siguiente manera: "Cuando te has hartado de perder tanto el tiempo con el estúpido postureo subiendo fotos de ti, y haciendo ver a la gente que eres un triunfador, es cuando entonces recapacitas y dices: a tomar por c*l* todo".
Dentro del postureo también está, por supuesto, exhibir el porro que te vas a fumar, la coca que te vas a jalar, el trago que vas a secar ¿a quién le importa?
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Dentro del postureo también está, por supuesto, exhibir el porro que te vas a fumar, la coca que te vas a jalar, el trago que vas a secar ¿a quién le importa?
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¿Eres un borrego o un rebelde?
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