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sábado, 10 de junio de 2017

Crisis del cuarto de vida o de los 25: 5 características explicadas

Lali Espósito

No bastó con la crisis de la adolescencia. Tampoco tienes que esperar hasta los 40 para la llamada crisis de la mediana edad. En lo que todos llaman tu "flor de la juventud" también hay una etapa difícil que es demasiado subestimada: la crisis del cuarto de vida, la cual ataca a la gente entre los 23 y 29 años. Se trata de una crisis tan o más importante que las otras, pues es la transición entre la juventud y la madurez, etapa final que llevarás contigo quieras o no hasta la muerte.

No nos podemos imaginar a un muchacho de los años 50´s o 60´s con esta crisis, ni mucho menos a uno de siglos anteriores. Eso es porque esta crisis concentra algunos problemas muy modernos, en donde la juventud desde los 16 es socialmente empujada a ver la vida como un adolescente fiestero, despreocupado y procrastinador hasta la década de los 30, en donde por arte de magia debe ser un individuo 100% maduro, solvente y con una vida equilibrada (y quizá hasta con plan de boda).

No todos experimentan esa transición de etapas con el mismo grado crítico, pero es algo que ataca a todo joven desde la Generación X. Afecta independientemente de cómo hayas aprovechado el tiempo para hacerte a ti mismo, porque vives en carne propia la confrontación de ideas contradictorias que te inculcaron en el colegio, instituto y luego en el mundo real. Estas ideas enfrentadas son:

_ Eres un joven privilegiado que se comerá al mundo VS eres un don nadie más para todos y cada uno va a lo suyo en esta guerra por la vida.
_ Eres aún muy joven, disfruta tu juventud que solo hay una VS ¿qué has hecho todo este tiempo o qué piensas hacer? ya estás grande.

A continuación veremos cinco características de esta crisis:

1- Profunda decepción y sentimientos de soledad o abandono 


TN.com

En la escuela tenías la aprobación y apoyo de tus compañeros y profesores. Ahí había que tomarse en serio muy pocas cosas, y aunque en los últimos años de secundaria algunos docentes te dijeron que en la universidad serías tratado como un adulto, en realidad no fue precisamente así. Al margen de que tuviste que lidiar con la rigidez de los profesores universitarios y desvelarte por los exámenes, todo lo demás parecía ser una fiesta: reuniones con nuevos amigos por doquier, alcohol, drogas, parejas, etc. Una especie de chiquillada 2.0 o versión para adultos, no más.

Pero llegó el día de la graduación y a partir de ahí empiezan los verdaderos problemas. Primero, es el hecho de que el mercado laboral te ve como un mero instrumento y con esfuerzo debes alcanzar una vacante donde te querrán pagar lo mínimo durante al menos tres o cinco años. Así comprendes que debes dar el 100% de ti para recibir un 5% o 10% de beneficio, mientras que hasta hace poco la dinámica era más o menos al revés desde que eras niño.

Segundo, es reconocer que a todos les importas un carajo, no solo a los empleadores. Todo el mundo va a lo suyo, y casi siempre si se relacionan contigo es en el fondo por un mero interés personal. Eso es algo que criticas duramente porque te parece hipócrita y oportunista, pero al mismo tiempo te ves obligado a comprenderlo y también a aplicarlo, porque al final no sirven de mucho los costosos títulos universitarios y otros cartones. Muchas veces vale más llevarte bien con todos y hacer contactos que te proporcionen atajos u otras facilidades.

2- Nostalgia por la vida anterior, en especial por la época escolar secundaria

EduGlobal

Te das cuenta de que la mayoría de tus amigos universitarios ahora también están en la lista de gente a la que le importas un pepino. Los ves ocasionalmente en algunas fiestas o reuniones (para hablar del trabajo), pero tan pronto como la celebración termina no vuelves a hablar con ellos hasta la siguiente. Ya no hay la misma confianza en lo absoluto y parece que tampoco les interesa restablecerla. Se ha levantado un muro invisible entre ellos y tú.

De esa forma recuerdas cuando tus padres, tíos o amigos mayores te dijeron que los amigos verdaderos son de la escuela. Y les das la razón. Recuerdas como en la escuela no solo había un clima general de relajo, sino que, más importante aún, todas las relaciones con los demás eran sinceras y fluían sin ninguna presión, tanto entre amigos como entre noviecitos. 

En aquel tiempo ya sabías a quién no le agradabas porque no había necesidad de disimular; cualquier chico o chica al que solo le caías bien ya se consideraba tu amigo sin ningún interés adicional; para tener novia no tenías que presumir ningún tipo de estatus. Todo era más sincero, despreocupado y fluido. Desde tu idealización lo recuerdas como perfecto.

Quisieras volver a ese tiempo para revivir esos momentos, o vivirlos si es que nunca lo hiciste adecuadamente, pero ya no es posible ni lo será jamás. Tal vez intentes retomar el contacto con algunos compañeros de aquel contexto, pero también andan en lo suyo y es un hecho que ya no son los mismos (les importas un carajo también). Quizá por esa razón te abstienes de contactarlos y te conformas con los dos o tres amigos que nunca dejaste de ver. Sin embargo, a lo mejor esa añoranza llega a ser tan molesta que decides combatirla evitándolos incluso a ellos.

La nostalgia puede llegar a tal grado que muchos recuerdos de aquel tiempo los sientes más cercanos que tus vivencias más recientes, como si las primeras hubiesen ocurrido hace cuatro años y las últimas hace ocho o diez. Si lo piensas bien, se trata de un sentimiento que puede ser muy invasivo, muy tóxico.

3- Sensación de que a todos les va mejor que a ti


El Mundo

Esto viene acompañado con la idea de que la mala suerte está sobre tu vida, además de la revelación (cierta en muchos casos pero solo hasta cierto punto) de que casi todo lo que te dijeron sobre el esfuerzo-recompensa y acciones-consecuencias fueron una vil mentira. Ejemplos gráficos son esos compañeros ultra vagos del colegio y universidad que ahora tienen mejores puestos y mejor sueldo que tú gracias a sus familiares, contactos o quién sabe quién. 

También cabe mencionar a los que se pueden permitir viajes o extensiones profesionales por su cartera, los que por lo menos tienen una relación sentimental fructífera o amigos que parecen inseparables, etc. Independientemente de que se pueda negar, matizar o reconocer que a los demás les está yendo mejor, el problema es que estás propenso a ver de forma compulsiva qué tienen de bueno ellos por encima de ti. Por si esto fuera poco, pasas horas en las redes sociales donde todos ponen lo mejor de sí mismos, mientras tú sientes que no tienes nada vistoso que compartir. 

Te da la severa impresión de que este sentimiento solo es cosa tuya, que los demás no aparentan vivir nada parecido.  

4- Evaluación de las relaciones actuales


El Aguila News

Todo te lleva de forma casi inevitable a un desencanto, y es por eso que examinas tus relaciones actuales. Terminas esa relación amorosa que sientes que no te lleva a ningún sitio, o quieres iniciar una que sea "original", "distinta" o "trascendente". También te distancias de gente que no te trae beneficio, y así, sin darte cuenta, caes en lo mismo que criticaste de los demás y contribuyes a que otros vivan sus crisis personales del cuarto de vida. Vaya red de círculos viciosos que es esta.

Una vez hecho aquello pueden pasar dos cosas: o te aíslas producto de la depresión, situación que en sociedades rígidas y cruelmente competitivas como Japón lleva a la existencia de los hikikomori, o te aventuras por nuevos rumbos para intentar "solucionar tu vida" o "encontrar tu camino". En lo laboral y económico sientes que no puedes hacer mucho a parte de seguir esforzándote para escalar y ganar más (o tal vez te animes a emprender). 

No obstante, en lo social es muy probable que te veas empujado a buscar gente nueva con la que puedas forjar mejores vínculos. Pero piensa algo: si casi toda la gente mayor que tú dice desde tiempos inmemorables que los mejores amigos son del colegio, es porque no lograron conseguir lo que ahora estás deseando tú también.

Love (series)

Si logras por un momento hacer a un lado las añoranzas, te darás cuenta que no se trata de un problema solo de tu entorno, sino que tú mismo ya estás "contaminado" por la vida adulta de forma irreversible. La sensación de que la mayoría de la gente nueva que conoces "no aporta" será constante. Las presiones por escalar en cierto trabajo o entrar en cierto medio te hará buscar más contactos que amistades. Es algo que terminarás asumiendo.

En lo sentimental la situación es más curiosa, y aunque se puede matizar, según el género hay ciertas tendencias. Las chicas poco a poco van dejando de liarse con un hombre solo porque este sea guapo o un "malote". Agregan requisitos como tener auto o un trabajo en ascenso. Van necesitando que el hombre aporte y les pueda brindar estabilidad. Esto es producto de su instinto maternal, el cual se agudizará más a partir de los 30 y acentuará este comportamiento así nunca quieran tener hijos.

En muchos chicos surge la añoranza por relaciones más inocentes o que cuesten menos iniciar y mantener, como las que tuvieron o les hubiese gustado tener en la adolescencia. Como las mujeres de su mismo rango etáreo se van haciendo cada vez más exigentes o interesadas desde su punto de vista, muchos de estos varones van cayendo en cierta frustración y resentimiento por el presente (mujeres de su edad)  e idealización del pasado (chicas más jovencitas). 

No es muy raro entonces ver casos de chicos de 24, 25 o 27 años que andan con chicas de 16, 18 o 19. Es muchísimo más frecuente de lo que se cree, solo que los que caen en esta situación lo esconden por el temor de ser tildados de efebófilos, pedófilos, pervertidos  o "inmaduros que no pueden con una de su edad". Quizá sea o haya sido tu caso, querido lector, y si no lo es, de hecho que en más de una ocasión lo has pensado por los motivos arriba expuestos.

5- Incertidumbres colosales y radicalizaciones



Sentir que a todos les va mejor que a ti, que los esfuerzos pasados han servido para muy pocos logros, que todo el mundo es egoísta y estás solo, lleva a poderosas dudas sobre el futuro. Muy seguido te invaden ideas del tipo "si estoy así en los mejores años de mi vida ¿qué me pasará en las siguientes décadas que tengo por delante?". 

La angustia e incertidumbre son terribles. En tus momentos más bajos te ves con 40 años, solo, pobre y con la vida acabada. Eso alimenta la urgencia de arreglar todo y la impotencia por lo que no puedes controlar. Desarrollas un afán por aferrarte a terrenos seguros y estructurados que puedan encaminarte, experimentas cambios fuertes en tu manera de pensar y actuar. 

Es así que muchos jóvenes con ideas laxas sobre todas las cosas pasan a volverse más extremistas o a cambiarse de bando. Por ejemplo: pasarse de libertino a conservador o viceversa, de progresista a tradicional o al revés, de idealista a materialista; de empleado a emprendedor, etc.  

Las crisis adolescentes están sobrevaloradas hoy en día, y la madurez demasiado aplazada. Son los veintes donde un ser humano experimenta los cambios más intensos de su existencia.

"La crisis del cuarto de vida es el doble de mala que la de media vida: viene veinte años antes de tiempo. Nadie te ofrece ninguna simpatía al respecto, y eres demasiado joven e insignificante como para comprarte un deportivo y huir con tu secretaria" (Iain Hollingshead).



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