1- Nadie puede estar 8 horas concentrado en lo mismo
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Es cierto, nadie puede estar ocho horas seguidas (el almuerzo no es suficiente pausa) atendiendo reclamos sin parar, llenando formularios, resolviendo problemas, escribiendo, dibujando o lo que fuere. Por lo general la gente solo le saca el jugo a cinco o seis horas. Las otras dos o tres horas la gente procura disiparlas en varios pequeños momentos como las redes sociales, conversar con el amigo, ir al baño, atender el móvil, salir un rato, etc.
2- Muchas veces no son solo 8, sino más horas
www.personal-erfolg.de
En una gran parte de trabajos se le exige al empleado desempeñar horas extras, en el mejor de los casos pagadas (no la cantidad justa), y en el peor solo por obligación laboral porque "hay muchos que están desesperados por tu trabajo y mi escritorio está llenos de hojas de vida" según las tristemente verdaderas palabras del empresaurio, burlón y dictador.
3- A esa jornada laboral se le suma el tiempo de ida y regreso a casa
www.networkworld.es
Muchos defensores de la jornada, contentos de ser esclavos excusándose en que antes la esclavitud era mayor (de 14 a 16 horas), tienen como mejor argumento que las ocho horas son un tiempo justo, ya que representan solo un tercio del día que se sacrifica para poder disfrutar de los otros dos tercios ¡Menuda mentira! Asumiendo que no exijan horas extras (para colmo sin pagar), transportarse por la ciudad significa más tiempo robado a nuestra vida, y si se vive en una ciudad congestionada donde ir a trabajar demora dos horas y regresar igual o más, pues mucho peor. Es indefendible.
4- Son 8 horas de nuestras vidas donde los frutos mayores se los llevan otros, no uno mismo
Un empresaurio
Pues eso. Tantas hora de trabajo a cambio de una paga miserable o poco satisfactoria, para que la mayor parte de los frutos y la reputación caiga sobre otro que sí se la pasará disfrutando del tiempo y de la vida. "Pero oye quejica, muchos jefes y autónomos, en especial cuando recién comienzan, trabajan hasta más de diez horas", sí zopenco, pero es un trabajo para ellos mismos, para su propia marca, para sus sueños, no para enriquecer a otros. No hay punto de comparación.
5- Es un mero desperdicio de vida
Ceballos Global Networks
Esas ocho horas diarias (que a menudo son diez por las horas extras), sumado a las horas tiradas a la basura en la ida y el regreso, casi todos los días (a veces solo domingos libres), todas las semanas, durante años (con apenas un mes de descanso anual) son un completo desperdicio de la juventud, donde las pocas horas que quedan de paz en casa se van en preparar la cena, ordenar algunas cosas, atender otras, y estar tan cansado que ni ganas de hacer ejercicios o realizar otra actividad productiva personal porque uno cae rendido en la cama.
Una realidad de porquería de la que encima tenemos que estar agradecidos. Felicidades a los aún pocos países en el mundo que han decidido fijar el tiempo completo en seis horas.
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