No, esas verdades inquietantes no se refieren a que sean sanguinarios, aterradoramente inteligentes o cualquier otro mito exagerado gracias a Hollywood, lo inquietante de esas verdades es su simpleza y cotidianidad. Las verás a continuación:
1- No son enfermos mentales, sino personas sanas
La psicopatía no es el mero fruto de desordenes mentales, ni de enfermedades cerebrales. Un psicópata normalmente es una persona sana como las demás, solo que con una forma de ser distinta. Su personalidad es maliciosa, es amoral, pero está sano. No obstante, tal como sucede con otros individuos, puede enfermarse y padecer problemas mentales que en nada tienen que ver con su psicopatía.
2- No necesariamente son fruto de una niñez o juventud difícil
La relación entre la psicopatía y un pasado traumático es común en la vida de muchos asesinos en serie y otros criminales. Pero hay que recordar que la mayoría de psicópatas no son criminales. La mayoría son personas con vidas normales como nosotros, con una infancia tan buena o mala como la de los no psicópatas. Así que responsabilizar a la sociedad por la existencia de esta gente es altamente cuestionable.
3- No tienen empatía, pero pueden fingirla a la perfección
El psicópata no ve a sus semejantes como fines en si mismos, sino como medios para un fin. No respeta sus autonomías, los cosifica. No los ve como seres con deseos y problemas propios. No ama a nadie más que a sí mismo. En este aspecto sí hay algo de biológico, pues hay estudios que arrojan que estas personas tienen menos neuronas espejo (encargadas de la empatía e imitación) que las demás.
No obstante, es tonto aseverar que la psicopatía es pura culpa de esta deficiencia biológica, porque aunque los psicópatas tengan dificultades para empatizar, no tienen ningún problema para imitar. De hecho, son perfectos imitando emociones y sentimientos que realmente no sienten hacia nadie en particular; también visten personalidades y caretas que no van con ellos. Todo con total naturalidad.
4- No se les puede curar con nada
Para curar a alguien, o para que siquiera tenga sentido hablar de curar alguien, se necesita que esa persona tenga alguna enfermedad. Pues bien, el psicópata no es ningún enfermo, y si algo hay que curarle quizá sea un resfriado o una lumbalgia, pero nada se puede hacer contra su psicopatía. Los psicópatas que son sometidos a terapia, cárcel o cualquier otro tratamiento, no mejoran, sino que se mantienen igual o empeoran.
5- Sí tienen plena conciencia de sus acciones y sus consecuencias
Tal como ya se dijo en los puntos anteriores, los psicópatas son personales normales (desgraciadamente). Saben lo que está bien y mal. Conocen perfectamente lo que hace sufrir al resto. Tienen presente que hay consecuencias si se les descubre. Sin embargo, todo eso les importa un pepino. Lo único que les interesa es cumplir sus propios objetivos y eludir lo mejor posible toda consecuencia por sus actos. Son gente mala, así de simple.
Incómoda conclusión:
Los psicópatas son personas tan normales como nosotros, pero al mismo tiempo muy distintas. Fingen y mienten como nosotros, son egoístas como nosotros, tienen vanidad como nosotros, son indiferentes como nosotros, hacen trampa como nosotros, etc. La diferencia está que mientras nosotros nos comportamos así en ciertos momentos o bajo ciertas emociones, ellos lo hacen las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año, toda su vida.
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