Todo Poderoso
1- El Dios "omnitodo" (personal).
Esta es la concepción de
Dios más popular en el mundo actual y pertenece al monoteísmo. Dios no sólo es eterno, también es omnipotente porque todo lo puede; omnipresente porque está en todas partes, nada escapa a su observación; y omnisciente, pues todo lo sabe y conoce, nada le resulta misterioso ni inquietante. Además, se asume que es 100% bondadoso, por lo que le preocupan los acontecimientos de la Tierra.
Esas cualidades lo vuelven un ser perfecto en el sentido más puro de la palabra. Sin embargo, tal infinito poder no se refleja en la realidad del mundo que vivimos. De hecho, los super héroes de los cómics y animes, siendo muchas veces humanos y con habilidades obviamente limitadas, parecen lograr mayor efectividad en el funcionamiento de la vida de los hombres.
Ante una contradicción tan evidente, los defensores de
Dios tienen peros bastante estructurados que sofistican su doctrina. Temas como el libre albedrío, el problema del mal, el concepto del pecado, los mundos posibles, etc, son algunas de los tantos alegatos teístas para responder a preguntas tan incómodas como
"si Dios puede erradicar el mal de una vez ¿por qué espera tanto? ¿por qué lo deja seguir?" o
"si Dios sabía que iban a descuartizar vivo a ese niño ¿por qué lo permitió?", etc.
Esto hace que los problemas teológicos sean más complicados en este tipo de Dios y que a menudo genere puntos de vista tan radicalmente opuestos entre la gente. Por su supuesto, no falta el creyente que intenta escapar a ello diciendo que es inútil razonar y juzgar las (in)acciones divinas siendo nosotros los pecadores, los imperfectos y cegados. Es parte inevitable del paternalismo que se desprende de un dios con estas características.
2- El Dios "en todo" (personal).
La diferencia entre este dios totalitario y el anterior es notable. Uno concentra en su persona todas las cualidades ilimitadas, pero aunque esté en todas partes es un ente ajeno a este mundo físico, por algo es un dios personal al que tú debes buscar. En cambio, este Dios está presente en todo lugar de una forma más cotidiana e inevitable, puesto que la naturaleza misma es parte de su ser.
Dicho de un modo más claro, mientras el primer dios te observa desde el cielo, desde debajo de las aguas y desde debajo de la tierra; este dios tiene directamente un pedazo de su ser en el agua, el viento, la tierra e incluso en ti mismo. Este es el concepto de panteísmo en líneas generales, pero por si acaso no es el único matiz que existe al respecto.
En este caso, si bien Dios es todo y todos, igual se trata de una fuerza mística, de un abstracto. Aunque sea una idea divina más cercana a nosotros, sigue siendo un dios que en ciertos casos requiere intermediarios, puesto que sólo somos la parte de un todo que sigue siendo un gran misterio. Un dios aún trascendente que no pierde del todo su carácter personal, y que no admite que su cuerpo-creación sea considerado "un valle de lágrimas" ni un despojo del pecado.
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3- El Dios "es todo" (no personal).
Aquí Dios no se divide en todo, aquí directamente él es todo lo que existe, sin más. Es un panteísmo materialista que entra en comunión con la teoría de un universo eterno que nadie crea. Dios mismo es una calculadora enorme e infinita. Sin embargo, aunque suena muy integrador y diplomático, es una idea bastante fría porque no otorga la esperanza que se supone un dios debe traer.
Esta clase de dios no es una entidad que sea capaz de escucharnos ni de amarnos, sólo es el todo... un todo que llega a ser igual que nada, ya que bajo estos términos cualquier teología y doctrina se hace inútil. No hay objeto sobre el cual se pueda construir religiosidad, no hay un motivo para diferenciarlo del ateísmo.
Esta inmanencia en estado puro no gusta para nada a los creyentes, puesto que además de significar que cosas como la muerte y la injusticia son Dios, también le quita sentido a la idea de lo divino. Y razón no les falta porque ¿para qué molestarse en usar un término especial y sobrenatural para un todo que sólo es material?
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4- El Dios indiferente.
La pequeña, pero a la vez enorme diferencia con el dios absoluto de las religiones abráhamicas, es que este dios simplemente no tiene interés en el mundo. Él lo creó sabiendo de antemano todo lo que pasaría según las condiciones específicas que planteó desde el primer segundo; a partir de ahí cuelga los guantes y deja que las cosas sucedan, siendo en el mejor de los casos un observador.
Dado su distanciamiento de la creación universal, resulta un misterio inútil el hecho de si es omnipotente y omnipresente o ninguno de ambos; lo único visible es que tuvo el poder necesario para crear al menos una vez lo que ahora sabemos que existe. Asimismo, no tiene sentido preguntarse si es bueno o malo por no intervenir, ya que no es algo que podamos saber. Ni tampoco nos serviría.
El simple hecho de crear el universo ya es mérito suficiente para reconocerlo como Dios y sentir gratitud por existir. Estamos frente a una idea que pretende ser compleja y a la vez simple, pero tiende mucho más a lo segundo.
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5- El Dios co-eterno con la materia.
Algo muy popular en la idea de la creación divina es la llamada creación ex nihilo, en donde la nada pasa a ser algo gracias a manos divinas. Esta idea es en extremo conflictiva, porque si un deísta cree que Dios hizo todo a partir de la nada ¿entonces con qué derecho le reclama a un creyente en el origen espontáneo del universo?
¿Por qué es mejor pensar que la nada parió algo a través de un ser indemostrado que a través de sí misma? Si una primera causa eterna es inevitable ¿por qué asumir que se trata de un ser todopoderoso y no de una materia eterna? ¿Por qué no puede ser la creación dios mismo si la nada nada causa? Y si Dios creó todo a través de si mismo ¿Por qué abandonar la inmanencia separando a Dios de su creación con términos gratuitos como lo inmaterial o espiritual?
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Para evitar toparse con dioses inmanentes y de naturaleza ex nihilo, que ya de por si traen sus propios problemas, existe una idea de eternidad de la que no solo goza Dios, sino también la mínima expresión de la materia que precedió al Big Bang. Dios es co-eterno con la materia, así no se agitan las aguas del espíritu que se mueven a la corriente de la trascendencia, ni las aguas del materialismo que confían en que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
El hecho de que la materia sea eterna junto a Dios, no la equipara con él ni le otorga un valor especial, porque ella no puede hacer nada por sí misma de no ser por la intervención divina que la transformó inteligentemente con un orden progresivo. No es entonces que hablemos de dos dioses ni mucho menos. No es un Dios incompleto ni partido.
Lamentablemente, aunque esto "alivia" problemas de pensamiento en torno al origen de las cosas, no impide la aparición de problemas filosóficos y teológicos con respecto a los atributos divinos y la realidad del mundo. Tal parece que para quien quiere creer, la fe le será siempre necesaria y nunca suficiente.