La juventud (18-32 años) es sin duda la mejor parte de la vida, o por lo menos eso piensa la mayoría de personas y así nos lo venden los medios. Paradójicamente, también es la fase vital en donde mayor responsabilidad tenemos pues de ella depende nuestro porvenir. De ahí que la inmensa mayoría de jóvenes pase por una fuerte crisis en esta etapa, en especial la generación millennial, porque viven la constante contradicción e inseguridad que implica "vivir sin limites" y al mismo tiempo ser conscientes del futuro.
Normalmente, el afán juvenil de vivir el presente lleva a una serie de gastos que a mediano y largo plazo no merecen la pena. Conozcamos algunos.
1- Divertirse todos los fines de semana
Parte de la cultura juvenil es salir todos los fines de semana hasta las últimas consecuencias, además de invertir lo necesario para que eso se cumpla. Los lugares más populares para este estilo de vida son los bares, las discotecas, los toquines, los eventos rave, etc. Pasarla bien en esos sitios cuesta dinero, más aun si consideramos los tragos, las drogas, los preservativos, los taxis, algún hotel por si se quedó con alguien, etc.
Todo eso suena muy interesante, pero por desgracia también es una especie de "deber". Es tanta la presión que muchos lo cumplen solo para sentir que están "viviendo su juventud y no lamentarse después", aunque en el fondo no lo disfruten del todo, aunque a veces solo quisieran estar en casa con la pareja o amigos íntimos.
Basta pasar una noche en el antro para ver que la mitad de las caras lucen motivadas solo por el alcohol; que fingen estar divirtiéndose y bailando pero que en realidad la música no les gusta lo suficiente; o que están frustrados porque no han podido ligarse a nadie ¿vale la pena invertir en esto semana tras semana y año tras año si no cumple con tus expectativas?
2- Alcohol en cada salida o reunión
Aunque el alcohol esté ligado a los locales nocturnos, no siempre es el caso. Con frecuencia la bebida acompaña toda clase de juntas informales entre amigos, ya sea en reuniones caseras o momentos posteriores a los trabajos grupales de la universidad. Lo normal es que dicho ritual llegue hasta la embriaguez. Ahora, repitamos el suceso semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Si tenemos en cuenta que muchísimos jóvenes no gustan del trago hasta que sus amigos los "acostumbran" a él, se trata de otro gasto sin mucho sentido.
3- Ligar a cualquier precio
La naturaleza no sabe de la igualdad, ese es solo un ideal nuestro. En lo que refiere a ligar, por desgracia la inversión de tiempo y de dinero recae mayormente en el hombre. Y no es que cortejar sea un gasto idiota per se, porque en gran parte la supervivencia de la especie humana depende de ello; sin embargo, llevar esa necesidad a escalas pagafantiles sí que es un problema muy serio.
Vivimos tiempos en donde el precio de una mujer está súper inflado y gran culpa de ello lo tiene en pagafantismo y el manginismo. Es muy triste ver cuántos jóvenes gastan y gastan invitando cenas, tragos, paseos... ¡hasta se compran un carro solo para agradar a féminas que los tomarán por chóferes! ¿se imaginan qué inversiones inteligentes se podrían hacer con todo ese dinero desperdiciado durante años? ¿el que folla pagando acaba ahorrando?
4- Comprar el último teléfono móvil
Hasta hace una década lo normal era renovar el clóset cada año, ahora es hacer lo mismo con el teléfono móvil cada vez que sale uno nuevo (en especial si lleva el logo de la manzanita). Un comportamiento especialmente absurdo si consideramos que el veinteañero promedio usa su móvil solo para cinco cosas a parte de llamar: selfies, whatsapp, facebook, instagram y correos. No tiene sentido adquirir el último terminal cuya cámara puede ver tus órganos a través de los poros si vas a tapártelos con maquillaje y filtros.
5- Comprar un auto siendo soltero
Aquí seguro muchos estarán en total desacuerdo, pero solo hay que pensar un poco para entenderlo. Solo tiene sentido adquirir un auto, pagar su combustible, sus impuestos y mantenimientos, si ya tienes una familia a la que necesitas transportar (como dejar a tus hijos en el colegio, por ejemplo), o si por lo menos te gusta viajar fuera de la ciudad cada dos semanas y tienes que llevar cosas.
Pero si eres soltero, sin ninguna responsabilidad más que velar por ti mismo, y si ni siquiera tienes un espíritu aventurero, comprar un auto es una estupidez. Solo piénsalo un poco: con un coche contribuyes a que la congestión vehícular sigan empeorando; estás invirtiendo mucho dinero para llegar igual de tarde a tu trabajo o universidad si no sales a determinada hora de casa; etc. Muy probablemente te conviene más ir en transporte público y ahorrar el dinero en algo de mayor utilidad.
Ahora, si crees que las chicas pasarán de ti por no tener coche, entonces el problema no eres tú, sino las mujeres de hoy (y los pagafantas/manginas, por supuesto).