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lunes, 6 de junio de 2016

5 cosas que pensabas que tendrías a los 20 o 25 años, pero aún no llegan.


Durante la pubertad y adolescencia no sólo tenemos las hormonas al tope, sino también los sueños. Claro, ya no somos como los niños que se imaginan una juventud y adultez llegando a la Luna, siendo estrellas de Hollywood o salvando al mundo, pero aunque nuestras expectativas son mucho más realistas, por desgracia para la mayoría aún no se materializan entrando a los 20 y habitualmente tampoco a los 25, o incluso quizá tampoco a los 30. Veamos cinco cosas que has pensado en tu temprana adolescencia que tendrías o serías ahora y que aún ves lejos de lograr.

1- A los veintes seré alguien importante:


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Cuando somos muy niños y no tenemos la menor idea de la competitividad existente en el mundo, ni los contextos sociales ni geográficos, nos sentimos decididos a ser astronautas o la mejor estrella de cine. No obstante, cuando tenemos cierta consciencia de las cosas en la adolescencia a menudo ésta nos lleva a la incapacidad de definir algo en concreto, pero sin perder el optimismo infantil, por lo que seguimos creyendo que lograremos pronto algo de mucha trascendencia, aunque sin saber qué, ni en dónde, ni cómo.

Ya pasando los veinte años o incluso el primer cuarto de vida nos damos cuenta que, en el mejor de los casos, podremos satisfacer todas nuestras necesidades y hasta darnos lujos, pero que difícilmente seremos importantes para el mundo, al menos no a la escala ni forma que imaginábamos en la época escolar ni primeros años de universidad.

2- A los veintes tendré mucho dinero.



Estos son capaces de definir un poco mejor sus deseos que los del punto uno, al menos saben que desean buen billete y que éste hace las cosas más fáciles para quien quiere llegar a la fama o importancia. Lamentablemente, sigue siendo un sueño sin un sendero claro que solo somos capaces de vislumbrar con la madurez de los años (o a veces ni así), por lo que es usual que a los veintes sigamos con el mismo poco dinero que en la escuela, o quizás peor.



3- A los veintes ya no viviré con mis padres:


imujer.com

Uno a los 15 o 16 se imagina sus 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25 en adelante totalmente libre de los padres, esos seres que nos prometían la libertad absoluta apenas cumpliéramos 18 para luego decirnos que nos seguirían controlando mientras vivamos con ellos. Al parecer a esas edades tempranas inconscientemente sabíamos que mentían, por lo que imaginábamos la flor de nuestra juventud lejos de ellos. Como era de (in)esperarse, entrando a nuestra segunda década nos damos cuenta que, a menos que estemos dispuestos a mendigar o a alquilar un cuarto feo, seguiremos en casa de nuestros padres quizá hasta un lustro más allá de nuestros 25.

4- A los veintes tendré muy buen trabajo.


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Un joven que no haya pasado por muchos inconvenientes en su vida normalmente empezará la universidad entre sus 16 y 19 años, por lo que se deduce que egresará entre los 21 o 24 años. Como tendemos a asumir que todo irá bien o por lo menos dentro de lo aceptable, nos imaginamos que siendo aún muy jóvenes contaremos con un muy buen trabajo y que estaremos listos para comernos al mundo. 

Sin embargo, luego vemos que se presentan problemas, que de repente nuestros padres ya no nos pueden apoyar, que quizás no lograremos juntar pronto el dinero para la titulación, que tal vez elegimos una carrera mal pagada, etc. Y así nos topamos con una realidad propicia para que nos golpee la famosa crisis del cuarto de vida.

5- A los veintes saldré del país:



La mayoría de personas no ha tenido la oportunidad de hacer turismo internacional, solo de conocer el interior de sus países de origen. Quizá tú, al igual que muchos de ellos, imaginabas tus veintes visitando Europa o viajando alrededor del mundo, pero ahora intentas aceptar la realidad de que aún está lejos la oportunidad de salir.

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