1- Esperar que el hombre haga todo
No es justo que solo las mujeres se reserven el derecho de estar calificando y desprestigiando el rendimiento de sus amantes a la hora de reunirse con las amigas. Claro, normalmente los hombres no tienen la costumbre de estar criticando la performance femenina con los amigos, pero la poca voluntad de mover las caderas durante el coito, un sexo oral sin momentos salvajes y otros extras se traducen en una insatisfacción real que también merece ser cubierta,
2- Querer siempre previos y nunca "acción directa"
Los previos (llámese caricias, besos, manoseos con intensidad progresiva, etc) en el acto sexual son importantes para ambos miembros de la pareja. No obstante, mientras el hombre por lo general prefiere que dichos preliminares sean bastante cortos o inexistentes (cuando la excitación está al tope), la mujer casi siempre quiere que se haga un muy buen trabajo al respecto y con la disposición de tiempo necesaria.
Y está perfecto que el hombre busque ir al ritmo de la mujer para complacerla, pero las mujeres no deben olvidar que no se están masturbando, que están teniendo sexo con un hombre y que también deben estar dispuestas, en otras ocasiones, a darles de frente una mamada brutal y comenzar las embestidas como a ellos les gusta sin mayores preámbulos.
3- Preocuparse mucho por cómo lucen en la cama
Que está ojerosa, que no hizo abdominales las últimas dos semanas, que lleva dos días sin depilarse, que no se lavó el cabello esta mañana. Por favor, un hombre no suele ser tan detallista en la vida cotidiana, tampoco para el sexo, y mucho menos cuando la leche se le sale por los ojos.
4- No dejarse hacer sexo anal
La mayor fantasía de la gran mayoría de hombres es darle por atrás a su chica. Así como la mujer exige que su compañero sepa complacerla (con el tiempo, la paciencia y trabajo que eso demanda), es también justo que ella acepte hacer algo que vuelva loco al hombre: cumplirle esa fantasías a menudo.
5- No ser más "guarra"
La frase "una dama en la calle, una puta en la cama" lo dice todo. Y no está mal, sino que es justo y necesario.
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